Un Pan Francés fue afectado por la situación del país: “nadie me quiso comer”
“Me compró una señora hace un par de semanas junto a
catorce colegas, y mi emoción fue inmediata, pues pensé: ‘al fin me comerán.
Con queso, jamón, salsa, mantequilla, mojado en café con leche, qué importa’.
Pero no fue así. Después de todo este tiempo me encuentro todavía en esta casa,
tratando de soportar la triste realidad de que nadie me comió. Y que mi futuro,
seguro será el de ser desechado, porque no estoy ni para que me obsequien a los
que piden”, así relató su historia, un Pan Francés hecho en Venezuela, que no
fue comido ni por su compradora, ni por la familia de ésta.
Este Pan Salado, quien aseguró que prefiere el “Francés”
al “Salado” cuando se refieran a él, porque “suena con más clase”, dijo que su crítica
situación se debe a la pésima gestión del gobierno actual.
“Cuenta la leyenda que mis ancestros llegaban a las casas
de quienes los compraban y máximo treinta minutos después ya eran historia.
Ahora no. ¡Este gobierno sembró un odio hacia los panes en el país!”, exclamó
entre sollozos.
Expertos aseguran que antes, “cuando había Harina Pan ¿te
acuerdas…?”, existía una sana competencia entre arepas y panes, la cual
garantizaba que las personas no se aburrieran ni de un lado ni del otro. Pero
gracias a la escasez de éste producto, se ha duplicado, alrededor de todo el
país, las frases: “¿Otra vez pan?”, “Si hay pan no me hagáis nada, que prefiero
no comer”, entre otras; lo que ha perjudicado a “La Comunidad de Panes en Venezuela”
(LCPV, por sus siglas).
También se dice que según estudios “la juventud de un pan
común vence en tres días normalmente. De ahí en adelante empieza su inevitable
vejez y por lo tanto cada uno pierde su valor (…) Aunque en algunos casos,
estos pueden ser sometidos a extremas horas en aparatos como microondas, con la
única finalidad de intentar alargar sus vidas”.
Nuestro “Pancito”, como pidió que lo llamáramos mientras
le guiñaba el ojo a uno de nuestros reporteros, tratando de convencerlo de que
le diera una mordida, comentó que: “ya me habían dicho la preferencia de los humanos
por nosotros. Que si estábamos chiquitos, quemados, tostados o teníamos un pico
raro en alguna parte de nuestro cuerpo, no nos comían. Y eso, temo que, por el
futuro de muchos compatriotas que vienen en camino, es cierto”. Sin embargo,
aclaró: “yo no sufrí ninguno de esos defectos, porque aunque no lo creas, mi
apariencia de ahora está muy lejos de la que era cuando salí del horno. Ahora
luzco como un pan viejo. Antes fui blanco, grande y suave”, y agregó con
tristeza “pero simplemente no me quisieron comer”.
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